
Hola, si estás leyendo este post es porque te interesa la sostenibilidad tanto como a mi o tienes curiosidad por saber más sobre este concepto de vida. Me ha llevado prácticamente una semana escribir este post. Muchas veces es difícil expresar con palabras mis pensamientos, bien porque se atropellan unos con otros en mi cabecita, bien porque quiero explicar tantas cosas que no se por dónde empezar y cómo hacerlo para que el mensaje que intento transmitir se haga de la manera correcta. Comenzaré con la definición de desarrollo sostenible.
En 1987 con la publicación del Informe Brundtland llevado a cabo por la Comisión Mundial para el Medio ambiente y el Desarrollo, se popularizó la definición comúnmente aceptada de «desarrollo sostenible«:
El desarrollo sostenible atiende a las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.
Definición de Desarrollo Sostenible recogida en el Informe Brundtland.
Hace un año y medio aproximadamente decidí hacer un cambio en mi estilo de vida, hacerlo más sostenible porque sentía que algunos de mis hábitos, repetidos una y otra vez, no me reportaban felicidad y me di cuenta del impacto que tenían en el medio ambiente. Siempre he sido una persona con gran sensibilidad y respeto por el entorno que me rodea, sin embargo, consideraba que aún podía hacer mucho más. Dar pequeños pasos hacia un estilo de vida << más sostenible>>.
Con este cambio de hábitos, de pensamientos, de transformación interior y con las experiencias que he estado viviendo desde entonces puedo hacer varias afirmaciones:
No se puede ser 100% sostenible.
Vivimos en una sociedad en la que no se puede ser 100% sostenible y esto es así. Hay factores que podemos controlar y otros que desgraciadamente no, que no dependen de nosotros. Las personas que van a leer este texto viven en un sistema capitalista, donde han nacido, donde se les ha enseñado (en la mayoría de los casos) desde pequeños que consumir es bueno, es correcto, consumir sin límites. Pero, ¿consumir a cualquier precio?, ¿a costa de otras personas?, ¿a costa de acabar con la vida o de maltratar animales?.
Hay dos verdades irrefutables:
- Vivimos en un planeta finito con recursos limitados.
- Todas nuestras acciones tienen un impacto.
¿Qué tipo de impacto queremos que tengan nuestras acciones?, ¿queremos consumir de tal manera que se agoten todos los recursos del planeta?, entonces ¿qué haremos después?.
Necesitamos un cambio de sistemas energético, económico, productivo, legislativo… si queremos vivir en esta planeta y que todos podamos vivir en equilibrio con sus recursos y ecosistemas. Tenemos que trabajar de nuevo en encontrar esa conexión con la naturaleza que hemos perdido, «vivimos desconectados del mundo natural» como dijo Joaquin Phoenix en su discurso de la gala de los Oscars. Debemos imitar a la naturaleza en sus procesos, donde nada se desecha porque todo se usa como recurso, en un ciclo de vida.
Aunque hay factores que se escapan de nuestro control, otros sí podemos cambiarlos, mejorarlos, dirigirlos. Es ahí donde debemos poner nuestro foco, ¿puedo consumir alimentos con menos embalajes?, ¿puedo generar menos residuos?, ¿puedo elegir una marca que no teste en animales frente a otra que si?, ¿puedo llevarme la basura que he generado y tirarla donde corresponde en vez de dejarla en el medio?, ¿puedo reducir mi consumo y vivir con menos?.
Aunque vivimos dentro de un sistema capitalista, podemos hacer cambios en nuestro estilo de vida, comenzando por una transformación interior y luego, exterior, con nuestros hábitos cotidianos.
El humano es incoherente e imperfecto.
Según la definición de la R.A.E. la inchorencia es:
- Falta de coherencia.
- Cosa que carece de la debida relación lógica con otra.
Por lo tanto coherencia se define cómo:
- Conexión, relación o unión de unas cosas con otras.
- Actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan.
Vamos a quedarnos con esta última frase: ¿Conoces a alguna persona que sea 100% coherente?, ¿siempre?, yo no. ¿Sabes por qué?, porque el ser humano es imperfecto. Nuestras vidas están llenas de contradicciones y no siempre actuamos en concordancia con nuestros valores, ya sea por debilidad o influencia de otras personas o sucesos. ¿Podemos ser humanos 100% coherentes?, si podríamos trabajando mucho en ello, pero no olvidemos que no somos perfectos.
La coherencia forma parte del desarrollo de las personas, de ahí que insista tanto cuando digo que el llevar un estilo de vida sostenible comienza con una transformación interior, con un desarrollo a mejor de la persona, con el deseo de querer vivir acorde a nuestros valores, al margen de la influencia que pueda ejercer en nosotros el resto de la sociedad. Ser coherente, ser sincero, ser humilde… entender que formamos parte de este planeta, al igual que el resto de seres vivos.
Sólo unidos podremos conseguir el gran cambio que esta sociedad necesita.
Hoy nos mueve el EGO, el extremo individualismo, «primero yo y luego los demás«, «mientras no me toque a mí, ¿por qué tendría que cambiar mi forma de hacer las cosas?«, «a mi no me afecta, ¿por qué debería preocuparme?«.
Tenemos el mismo derecho a una vida digna que el resto de personas, que el resto de seres vivos de este planeta pero la forma en que vivimos refleja lo contrario, refleja superioridad y dominancia sobre el resto. Nos compramos una camisa de tres euros alegrándonos de lo barata que es pero no pensamos en que seguramente una persona en otro país del mundo habrá hecho esa camiseta, con unas pésimas condiciones laborales, donde quizás sus derechos humanos son violados día tras día… para que tu puedas comprar una camiseta de tres euros.
Nos quejamos de lo caro que son los productos artesanales, o la comida ecológica pero no rechistamos a la hora de comprar un perfume o unas zapatillas deportivas de X marca. ¿Cuáles son nuestras prioridades?. Son simples ejemplos pero podría poner muchos más.
Con cada compra estamos dando voto y poder a unas empresas u otras, y no vamos a solucionar nada si estamos divididos, si nuestras prioridades no van encaminadas hacia un objetivo común. ¿Acaso no es mejor vivir con menos pero con cosas de mejor calidad y que realmente tengan un valor significativo para nosotros?, ¿que realmente cumplan una auténtica necesidad?.
Todos podemos aportar.
Podemos aportar nuestro grano de arena con nuestras decisiones, con un cambio en nuestros hábitos diarios.
Si nos lo proponemos, si luchamos, podemos hacer todo aquello que nos propongamos, tenemos en nuestra mano la responsabilidad de hacer algo, de actuar. Esta situación global a la que se enfrenta el planeta nos concierne a todos y los efectos ya sean positivos o negativos a todos nos van a afectar.
Darnos cuenta de esta responsabilidad conlleva una transformación interior. Debemos cambiar nosotros primero, revisar nuestros valores y nuestras acciones, si estas últimas están en concordancia con los primeros. ¿Nos representan nuestros actos?, ¿hacemos lo que predicamos?, ¿debemos cambiar nuestra forma de vida?.
Este post no tiene más objetivo que el de hacer reflexionar, el de comunicar una verdad que todos en el fondo sabemos que es cierta, que nos está afectando y que veremos y sufriremos en mayor o menos medida a lo largo de nuestra vida.
A pesar de que el humano sea por naturaleza incoherente, aunque vivamos en una sociedad y en un sistema que no lo pone fácil, quiero ser positiva, quiero tener esperanza y «confiar» en que el ser humano afrontará el reto de adaptarse a este cambio global.
Puedes suscribirte a mi blog para no perderte ningún artículo 🙂